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ANNA MAGNANI

Y

LA ROSA TATUADA

 

 

 

 

 

 

 

Anna Magnani, ciclón, fuerza de la naturaleza....La fuerza y el temperamento en el país de las maravillas. Primera película en los United States y Oscar a la mejor actriz. Ahí queda eso. ¡Forza Italia! Nuestra Anna de las mil furias compartiendo cartel con un Burt Lancaster magistral pero humano. Ella está en otra dimensión. Ella es la casta, la raza, el coraje... Ella es Sicilia, con su Madonna y sus siglos de historia y supervivencia. No puedo negar que el terremoto Magnani conmueve mis estructuras. Y lo hace aún reconociendo que el bueno de Burt está sublime como nieto poco espabilado del tonto del pueblo. Mezcla explosiva esa de cuerpo atlético, cerebro en vias de desarrollo y viuda consolable siciliana. Con gotas de calor sureño y esas camisetas mojadas tan propias de Tennesse Williams. ¿El resultado?: Un cóctel Molotov rebautizado como LA ROSA TATUADA... Un romance apasionado, tórrido e incandescente al que un director como Daniel Mann parece desposeer de esa fuerza bruta que, sin duda, debió transpirar la novela para sujetar la historia a los convencionalismos. Durante la primera parte de la película, la fuerza de Anna Magnani es tal, que no precisa rival que le dé cancha. Ella se basta y sobra para llenar el escenario. En la segunda parte, el contrapunto lo pone Burt Lancaster quien, a mi parecer, es el único actor capaz de "enfrentarse" a ella. Ese tandem presagiaba tardes de gloria incandescentes, hogueras de pasión y la cosa se quedó en fuegos artificiales por arte y parte de un director al que condicionaron demasiado los tiempos del qué dirán... Tennesse Williams no pensó en Anna Magnani para el papel de Serafina delle Rose. No. En realidad, escribió el papel para ella. Creo que con esto se dice casi todo..  Tennessee Williams escribió “LA ROSA TATUADA” en 1951, y fue el mismo quien haría el guión cinematográfico. Como suele ocurrir en muchas de sus obras, de nuevo la mujer es la protagonista, y esta vez se trata de una modista siciliana que también viajó a probar suerte a los EEUU y allí vive con su hija adolescente y con su marido al que cuida con la mayor dedicación. Una frase es elocuente al comienzo del filme: “Mi marido es de primera, por eso le daré siempre huevos de primera”. Pero, cuando su marido muere en un accidente, Serafina se siente desmoronada y se resiste a creer que su esposo tuviera una amante como lo revelan claras evidencias, sobre todo la que afirma que él, al igual que su amante, llevaban una rosa tatuada en el pecho. Desde entonces, la palabra rosa tendrá toda suerte de connotaciones en la historia, asociada por momentos con la belleza entre espinas, la fragilidad, su carácter efímero, expresión romántica... y como símbolo del amor asociado al corazón.

 

 

 



La historia cuestiona profunda, y profusamente, aquella suerte de creencias que deniegan los ímpetus más humanos y que, al causar represión, dolor y frustración, demuestran que quizás sea necesario revisarlas, porque, cuando algo que haces te causa grata complacencia y felicidad, no puede definitivamente ser malo. Y ya es bien sabido: Hazle resistencia a algo y día a día lo tendrás presente. Rosa se contiene y enseña a su hija la continencia, pero cuando entra en su vida el espontáneo, burdo, y casi ingenuo, Alvaro Mangiacavallo, su carne comienza a sentir y entonces se debatirá entre seguir las enseñanzas del catolicismo o complacer sus persistentes impulsos… Algo así como lo que le sucede a los curas cuando se las tienen que ver con su improcedente celibato. En su debut en el cine norteamericano, Anna Magnani demuestra que su talento no tiene fronteras y sin dificultad alguna se alza con el premio Oscar a la mejor actriz. Y Daniel Mann, se reafirma como un gran director de actrices, pues la Magnani fue la segunda de tres actrices (Shirley Booth y Elizabeth Taylor fueron las otras) que, en un corto período de ocho años, se llevaron la estatuilla a sus hogares. Queda para la historia otro significativo estudio de personalidad femenina…

 

 Serafina nos deja una frase justa que vale la pena recordar:



“Nada es demasiado bueno para un hombre, si ese hombre es bueno”
 

 

 

 

 

Nacida en Roma, Magnani..de padre desconocido, vivió sus primeros años en Alejandría, Egipto, tras lo cual volvió a Roma, donde fue criada por su abuela materna en una casa de los suburbios de la ciudad junto a cinco tías: Dora, Maria, Rina, Olga e Italia. Cantó en clubes nocturnos y cabarets, para poder mantenerse. Debido a este trabajo, fue conocida como "la Édith Piaf Italiana". Estudió en la Academia Romana de Arte Dramático junto a Paolo Stoppa, y entre 1929 y 1932 formó parte de la compañía Vergani-Cimara y en espectáculos con el célebre Totó, "El Príncipe de la Risa", y como Anna Christie, de Eugene O'Neill. Su actividad teatral fue intensa entre 1929 y 1950, en Milán, en el Teatro Argentina de Roma, en Turín e incluso en Buenos Aires. En 1927, actuó en la versión para el cine de La Nemica e Scampolo, en cuya versión teatral también había trabajado. En 1941, participó en la película Nacida en viernes, de la que el director y guionista Vittorio De Sica decía que era "la primera película de verdad de la Magnani". En esta cinta, interpretaba en papel de Loletta Prima, la novia del personaje interpretado por De Sica, quien dijo: Su risa es fuerte, trágica, asombrosa. En 1945, protagonizó su primera película de Roberto Rossellini, símbolo del neorrealismo italiano, Roma, ciudad abierta. La escena de su muerte ha quedado como uno de los momentos más estremecedores de la historia del cine. A partir de ese momento, fue considerada una estrella dentro de Italia y, poco a poco, fue ganando esa categoría en el resto del mundo, aunque carecía del glamour y de la belleza que suele asociarse a ese término. Magnani fue la segunda opción para protagonizar el papel protagonista en esta película. Originalmente, el papel estaba pensado para la actriz Clara Calamai, quien en los momentos en que se filmó la película se encontraba trabajando en otros proyectos. Curiosamente, Luchino Visconti pensó en Magnani para su film Obsesión, para el que contó finalmente con Calamai. Además de esta película, Magnani colaboró en otras con Rossellini, con quien vivía un intenso romance, entre ellas El amor (1948), film en dos partes, una de ellas el famoso monólogo La voz humana, de Jean Cocteau. En 1951, protagonizó la película de Luchino Visconti... Bellísima y, en 1953, la película de Jean Renoir,-- Le carrosse d'or--.

 

En el teatro, LA ROSA TATUADA fue interpretada por Maureen Stapleton, debido a los problemas que tenía Magnani con el idioma. Magnani trabajó otra vez con Williams en Piel de serpiente, donde compartía protagonismo con Marlon Brando. Aunque contó con la dirección de Sidney Lumet, este filme no cubrió las expectativas. En 1957, por Viento salvaje, de George Cukor, con Anthony Quinn, fue nominada al Oscar, al BAFTA, al Globo de Oro, y ganó el Premio David di Donatello y el Oso de Plata. En la película de 1962 Mamma Roma, dirigida por Pier Paolo Pasolini, Magnani interpretó el papel de una prostituta que quiere dar a su hijo una vida respetable. Su papel fue uno de los más aclamados por la crítica en toda su carrera, aunque en los Estados Unidos la película se estrenó en 1995. En su primera película en inglés Anna Magnani se llevó el Oscar a la mejor actriz, siendo con Sophia Loren las dos únicas actrices italianas en alcanzar este logro. Su actuación es tan inspirada que es el principal soporte de una película que, como la mayoría de Daniel Mann, se basan más en los diálogos que en el despliegue visual. En este caso muy bien secundada por Burt Lancaster que comenzaba a alejarse de sus papeles de héroe (El halcón y la flecha; El pirata hidalgo; Apache; Veracruz) para experimentar nuevas fronteras que lo llevarían a papeles más profundos como este y el de la película Elmer Gantry que le valiera el Oscar. También actúa la hermana gemela de Pier Angeli, Marisa Pavan. Es un drama familiar muy bien elaborado que no decae en ningún momento en su atención. De las menos mencionadas obras teatrales de Tennessee Williams, “Rose Tattoo” prevalece por su originalidad cuanto al tema que plantea. La actriz italiana Anna Magnani irrumpió en Hollywood con más de cuarenta años y su poco glamour para demostrar su gran aportación en el papel de Serafina Delle Rose, una mujer entregada de deseo a su marido, camionero de profesión que tras su fallecimiento en un accidente dejando patente en el recuerdo de una rosa tatuada en su pecho. La obsesión de la viuda recordando a su esposo se convertirá en el objeto de discordia y palabrería del vecindario local, poblado mayoritariamente por inmigrantes italianos, mientras Serafina intenta continuar con su vida de costurera y estar al cuidado de su hija Rosa cuyo único deseo es emanciparse de su madre.

 

 

Como escenario, ese profundo y caluroso Sur de los Estados Unidos que tanto caracteriza la obra de Tennessee Williams con piezas magistrales tan célebres como “Un Tranvía llamado Deseo” o “La Gata sobre el Tejado de Zinc”.Resulta interesante la descripción que se hace el ambiente que reina en el profundo Sur de EEUU en los años 40 y primeros 50. El peso de concepciones arraigadas y sacralizadas que coartan la libertad de las personas, las someten a un control social opresivo e hipócrita, justifican las prácticas de la doble moral y consagran el dirigismo religioso, queda plasmado con eficacia y de modo que conmueve e inquieta al espectador.  La acción transcurre en una pequeña localidad de Florida, ubicada junto al mar, en una barriada marcada por la pobreza, la ausencia de servicios públicos, el primitivismo de las gentes y la marginalidad. La protagonista, idolatra al marido, trabaja en casa como modista y profesa concepciones sobre la moral, las costumbres, la religión, las relaciones familiares y el papel de la mujer en la casa, saturadas de convencionalismos y viejos prejuicios, que limitan sus habilidades y la hunden en la soledad, la represión y la desesperación. La interpretación de Anna Magnani es apasionada, como corresponde a un personaje siciliano. En la escena de la sala de fiestas se dejan ver T. Williams y Hal Wallis. Es curioso que al personaje más presente en la obra, Rosario Delle Rose, marido de Serafina, sólo se le vea de espaldas o en la lejanía. Nunca el rostro. De ese modo adquiere una dimensión espectral que previene sobre el alcance y la trascendencia de su papel dentro del relato. Sobre este personaje, el espectador sabe desde el comienzo más cosas que la esposa por motivos concretos e intencionados, que se relacionan con la interacción que se da a la figura de Serafina.

 

 

 

 

 

El relato hace uso frecuente del contraste para dar relieve a las situaciones y las incidencias de la acción. Mediante la yuxtaposición de planos, escenas y personajes contradictorios, el film dice más cosas de las que se manifiestan en los diálogos y las palabras. En este sentido aportan significación y profundidad dramática las divergencias entre la madre y la hija, la contraposición de la casa familiar y la sala de fiestas del “Mardi Gras Club”, el templo católico extremadamente aseado y ordenado frente al aspecto de abandono y suciedad de los espacios de la vecindad. Conviene destacar, además, el uso de símbolos e iconos, habituales en T. Williams, que en el presente caso se concretan en los tatuajes, la imagen de la Inmaculada, la camisa de raso color de rosa, las continuas fugas de la cabra de la vecina, el descuido en el vestir de Serafina. La fotografía de James Wong Howe, de un expresivo B/N, envuelve la historia en un contexto de luces atenuadas, abundantes manchas negras, algunas sombras fantasmales y escenas nocturnas en las que el color potencia el sentido opresivo e incómodo de la acción. Algo parecido ocurre con el ritmo entrecortado y desigual de la primera parte del film, destinado a provocar en el público sentimientos de incomodidad y rechazo de ideas, actitudes y algunas personas-símbolo. El trabajo de cámara, preciso y contenido, subraya el patetismo del discurso general, en especial de algunos de sus pasajes. La banda sonora corre a cargo de Alex North, que acierta en esta ocasión con la inserción de canciones profundamente melancólicas, como “The Rose Tattoo” y “Como la rosa”, ésta cantada por Rosa. Ofrece fragmentos descriptivos y bailables, no exentos de cierta ironía, de “El jeque árabe” y son tristes los cortes de “Out of Nowhere”.



 

Un año antes, había interpretado La loba, de Giovanni Verga, con Giancarlo Giannini, dirigida por Franco Zeffirelli, en el Teatro della Pergola en Florencia. Magnani hizo su última aparición cinematográfica en El secreto de Santa Vittoria y en cuatro películas para televisión, la última Correva l'anno di Grazia 1870, con Marcello Mastroianni, y en un breve cameo a modo de homenaje en Roma, de Federico Fellini, como ella misma sorprendida en la puerta de su casa; la escena termina con la frase «Ella es Roma Mereció una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. Es una de los cuatro italianos merecedores de tal distinción, junto a Sophia Loren, a la soprano Renata Tebaldi y al director de orquesta Arturo Toscanini. Temperamental, supersticiosa, volcánica, hipocondríaca, fumadora de cigarros y vidente, Tennessee Williams dijo: "Nunca vi una mujer más hermosa, de ojos tan grandes y piel como el jabón Devonshire." En 1933 conoció al realizador italiano Goffredo Alessandrini, con el que se casó en 1935. Su matrimonio terminó en divorcio en 1950 y nunca se volvió a casar Producto de su romance con el actor Massimo Serato, el 23 de octubre de 1942 nació su hijo Cellino, (a quien apodó "Luca"), quien fue víctima de poliomielitis y quedó postrado en silla de ruedas. Serato la abandonó antes del nacimiento. Magnani dedicó su vida a cuidarlo, hasta el punto de que mereció el Premio Violeta Dorada a la madre ejemplar En 1944 comenzó una relación con el director Roberto Rossellini, quien la abandonó luego por Ingrid Bergman, en uno de los más famosos escándalos de la época.

 

 

 

 

 

Anna Magnani falleció en Roma en 1973 a los 65 años, a causa de un cáncer de páncreas. A su lado se hallaban su hijo "Luca" y Roberto Rossellini. Convertida en un verdadero símbolo nacional, su entierro provocó una concentración popular en Roma solo superada por los honores reservados a los papas Sus restos reposan en el mausoleo familiar de Roberto Rossellini, su director favorito y el amor de su vida

 

Anna Magnani fue una reputada actriz de cine y teatro de nacionalidad italiana. Durante su carrera estuvo nominada al Oscar en cuatro ocasiones y lo ganó en una ocasión. Además obtuvo el Premio BAFTA y el Globo de Oro por su trabajo en ‘La Rosa tatuada’ Fue sin duda la gran actriz de la posguerra italiana. Aquella con la que todos los cineastas, tanto dentro como fuera de las fronteras de su país natal, querían trabajar. Era una mujer fuerte, poderosa, y ese carácter y magnetismo la habían brillar en la pantalla grande, donde pronto se especializó en papeles de “mamma” italiana. Aún así, la que firmara una excelente actuación en ‘Bellísima’ de Luchino Visconti, no se dejó encasillar y luchó por llevar a cabo interpretaciones de todo tipo. Así, por ejemplo, con Jean Renoir filmó ‘La carroza de oro’, una rareza en la filmografía de este sobre la vida de una compañía teatral’. A partir de entonces trabajó simultáneamente a ambos lados del Atlántico, tanto en Hollywood, como en Europa. ‘Mamma Roma’ recogería una de las mejores interpretaciones de su carrera.

 

 

Tennessee Williams, dijo:.

 

“La miré directamente a los ojos, durante ese tiempo dorado en el que éramos queridos amigos y nunca escuché una palabra falsa de su boca».

 

 

En 1962 realizó Mama Roma de Pier Paolo Pasolini, una interpretación increíble de una mujer que desea desesperadamente una vida mejor y respetable para su hijo de 17 años, interpretado por Ettore Garofolo, ella haría cualquier cosa por él. Mamá Roma es una pecadora perdida y heroica de las clases bajas italianas, que a veces pueden luchar para mejorar a sí mismas a través del trabajo respetable, la fe y la redención. La ciudad de Roma se ve y se siente como una prisión y vive su vida entre estas ruinas olvidadas, que quizás presagian su propio futuro.

 

 

Según el crítico de cine Robin Wood:

 

 

  " Magnani es la persona que como actriz está construida, no sobre la transformación, sino sobre la autenticidad emocional …Su estilo es notable al no mostrar los atributos más obvios de la estrella femenina. Sin embargo, posee un «rostro muy expresivo», y para el público estadounidense, al menos, representa «lo que Hollywood no había logrado producir: la ‘realidad'. Ella era la estrella atípica, el «ser humano no glamoroso», ya que su estilo genuino de actuación se convirtió en un «rechazo del glamour».

 

 

 

Sin duda, una actriz para la posteridad, una mujer anticipada a su tiempo, que nació en una ciudad única, y que ha dado a todos los amantes del séptimo arte, momentos que forman parte de nuestra memoria selectiva como mitómanos.. 

 

 

 

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