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YO CONFIESO

 

 

 

 

 

 

 

Unir en una película a Monty Clift, Anne Baxter, dirigidos por Alfred Hitchcock, es para este maduro amante del Séptimo Arte, una garantía absoluta, no solo por el morbo que despierta siempre Monty, o la belleza silenciosa de Anne, es toda una lección del mejor cine que se pueda contemplar en este desquiciado siglo XXI, donde vivimos asfixiados de films salidos de programas tecnológicos de primer orden, en donde no tiene cabida ni el blanco y negro, o una simple historia bien contada.....Si alguien no sabe lo que es un film de culto ahí está YO CONFIESO para sacarle de dudas, si muchos no saben apreciar el significado de una mirada, ahí esta un actor llamado Monty Clift para demostrarlo, y si todavía se balancea en la incredulidad o en la ignorancia, les recomiendo la solución: Ver YO CONFIESO, es grande hasta en el titulo.

Estamos ante una de las mejores películas de Hitchcock. Una historia estremecedora, angustiosa y que transmite al espectador la misma sensación de desesperación que va sintiendo a lo largo de la película su protagonista. Es impresionante como trata Hitchcock el tema del secreto de confesión y como lo lleva a su lado más extremo, a una situación que ya no se puede tensar más y que es, como él mismo decía: "como bomba de relojería". Quiero puntualizar en la fuerza interpretativa del gran actor Montgomery Clift, que transmite a la perfección la angustia de un sacerdote acosado por un asesino y que encima convive con él. Inolvidable también y conmovedora, Anne Baxter, sobre todo el momento en que cuenta su idilio amoroso en flashback con el Padre Logan antes de ser sacerdote. La maestría de Hitchock, su genuino toque de suspense y su brillante dirección, convierten a este film en una joya de la historia del cine. Se rodó en Quebec y el guión fué escrito por George Tabori y William Archibald, adaptación impecable de la obra de teatro “Nos deux consciences”, de Paul Anthelme. Se rueda en escenarios naturales de la ciudad de Quebec  y en los platós de Warner Studios. Fue nominado al Gran Premio del Festival de Cannes y su estreno fué el 22-III-1953 (EEUU). Soy consciente de que toda labor del maestro del suspense, reúne un equipo de primer orden. Busca los mejores actores del momento, intenta que el espectador especule, para luego hacerle vibrar en la butaca con sus sorprendentes finales, pero si hay algo que me fascina del maestro es ese empleo del blanco y negro, es único.....y para prueba de ello caminemos despacio por su filmografía, hay títulos en blanco y negro que son ya leyenda y ejemplo.

La acción tiene lugar en Quebec en torno a 1952. El inmigrante alemán Otto Keller  trabaja como sacristán de la parroquia de Santa María y, los miércoles, como jardinero del abogado Vilette. Descubierto por éste cuando intentaba robar dinero de la caja, Keller le asesina y poco después confiesa su crimen al sacerdote Michael Logan. Obligado por el secreto de confesión, Logan guarda silencio y no se defiende cuando el inspector Larrue  le acusa de ser el autor del crimen. Logan es joven, sensible y de fuertes convicciones. Movido por el sentido del deber, guarda el secreto al que está obligado. El film suma drama y thriller. De educación católica en un colegio de jesuitas, Hitchcock relaciona la historia del film con temas religiosos de carácter confesional, como el sacramento de la penitencia, el voto de castidad, el celibato, el pecado, el adulterio, el secreto canónico de confesión, el perdón, la absolución, la indisolubilidad del matrimonio. La comprensión de estos temas y de la profunda carga moral que conllevan para un católico es necesaria para la correcta interpretación del sentido y alcance del drama que se explica. El perdón y la culpa son dos cuestiones sobre las que las confesiones cristianas mantienen posiciones diversas y enfrentadas. Las numerosas referencias confesionales dificultan la buena acogida general del film, su difusión y su nivel de aceptación. El realizador deseaba desde hacía tiempo llevar a la pantalla la historia de un sacerdote católico que recibe la confesión de un asesinato del que posteriormente es considerado culpable. Cuando consigue que la Warner produzca la película, la dirección del estudio se niega a aceptar dos de sus más grandes deseos: que el protagonista tuviera un hijo con Ruth antes de su ordenación y que acabara condenado a muerte y ejecutado. De la obra original se mantienen dos ideas: la transferencia de culpabilidad y la confrontación de “dos conciencias”: la del capellán que oye en confesión a un asesino y la del amigo de un político casado con Ruth con la que mantuvo relaciones íntimas a su regreso de la guerra. El film se presenta punteado con algunos toques de humor y de ironía, especialmente agudos cuando Ruth acude a la policía para proporcionar una coartada a su amigo, pero lo que hace es facilitar a la policía lo que ésta entiende como el móvil del crimen. Dos son los temas principales que trata la película: el falso culpable y el sentido del deber. Añade referencias a cuestiones que interesan habitualmente a Hitchcock, como la deslealtad, el amor no correspondido, el matrimonio sin amor, el chantaje, la fatalidad, la infidelidad conyugal, la sexualidad, la mujer rubia, la guerra. Aborda también un tema que siempre le ha preocupado, el de la culpabilidad.

 

La música, de Dimitri Tiomkin, es intensa y casi omnipresente. Incorpora melodías religiosas adaptadas a los registros de una gran orquesta. Las secuencias iniciales evocan de modo estremecedor el canto gregoriano del “Dies irae”, del antiguo ritual de la misa de difuntos. Añade, interpretada al órgano durante la ceremonia de la ordenación, la melodía del "Veni Creator". La fotografía, de Robert Burks en blanco y negro, ofrece imágenes de una ciudad entrañable, encadena planos rápidos que miran la escena desde distintos puntos de observación y diferentes distancias, explora con primeros planos inquisitivos el rostro de los protagonistas y se sirve de símbolos, signos y analogías para desvelar los sentimientos de turbación, inquietud y angustia del protagonista. Gran interpretación de Monty Clift, que ofrece angustiado, una transpuesta y mística. El film no decae en ningún momento, repito que un 80 por ciento lo aporta Montgomery Clift. Me parece lo mejor de la película y la escena saliendo del juzgado con todo el pueblo volcado es una contundente muestra de porqué su director, tiene la fama de la que goza. Escena que por cierto, volvió a repetir en “Los pájaros”, con los consabidos cambios, por supuesto. Interesante también los cruces de miradas con el matrimonio Keller, interpretado de manera brillante por Hasse y Dolly Haas. Me sobra y a la vez me entusiasma la forma en que Hitchcock usa para contar el amor entre Clift y Anne Baxter. El uso flashback no rompe para nada el ritmo y la escena se sitúa entre lo mejor rodado de la película. Fantástica técnicamente. Impecable tanto en los planos como en la puesta en escena, y con una bellísima banda sonora. Son de esos Films que hay que ver mas de una vez para completar el puzzle de todas las inquietudes y morbosidades que rodearon a un genio como Hitchcock

 

La película sabe guiarnos con maestría durante todo el metraje: la angustia que vive el protagonista, su lucha por su inocencia y sus continuos conflictos personales causados por sus fuertes convicciones religiosas. El nombre de la sueca Anita Björk fue el inicialmente elegido para llevar a cabo el papel de Ruth, la mujer que estaría enamorada del Padre Logan, pero debido a la polémica actitud de la actriz, se llevó a su amante e hijo ilegitimo al lugar del rodaje. donde chocaría con el puritanismo de la productora, ésta sería rechazada para finalmente ser Anne Baxter la elegida para el proyecto, que a pesar de su meritoria interpretación en Eva al desnudo junto a Bette Davis nunca fue del agrado de Hitchcock. Monumental drama-thriller de trazo moralista, en el que la dirección del maestro vuelve a materializarse, consumando una de sus obras mas brillantes a nivel técnico, apoyado en una briosa fotografía y con magnifico guión, basado en la novela de Paúl Anthelme, consiguiendo diálogos de esos que jamás escucharemos en el cine de hoy.
 

 

El falso culpable, como tema preferido del director Británico, aparece aquí de nuevo, encarnado esta vez en un sacerdote con una rotunda y muy clara idea de lo que significa un voto de confidencialidad. Es una película magnifica, tristemente infravalorada e incluso olvidada, cosa que tal vez se deba a la enorme cantidad de gemas que dejaría dispersas el maestro del suspense al margen de sus obras más populares, maravillas cinematográficas que deben ser rescatar por los cinéfilos más fieles. Pero jamás ha dejado de ser una notable película de intriga que hace gala de su género desde el primer al último minuto. El secreto de confesión es su alma mater y no puede verse quebrantado por el padre Logan, lo que termina perjudicando al párroco y le lleva a ser investigado por el inspector Larrue que no duda en seguir la línea de investigación más sencilla sobre el crimen, gracias a las evidencias y testimonios que existen en torno al asesinato. Lo imprevisible del desenlace de cada una de sus escenas, la atmósfera inquietante que envuelve a esta cinta y la gran interpretación de Montgomery Clift, hacen de esta original y gran película una obra indispensable de ver para todos los amantes de este género. Karl Malden, Anne Baxter y O. E. Hasse aprovechan adecuadamente los minutos en los que deben interpretar sus papeles y ofrecen una notable representación de sus personajes. Con el inimitable estilo de un Alfred Hitchcock, capaz de mantener al espectador pegado a la silla, haciendo que éste pueda hacer sus propias deducciones y especulaciones, enfrentándose a todo lo que uno no se espera. Indispensable verla de nuevo, la recomiendo encarecidamente y sé que todo aquel que la disfrute, me lo agradecerá.

Me entusiasma Hitchcock. o para ser mas exacto me fascina desde pequeño. Fundamentalmente porque no conozco otro director con tantas obras maestras en su haber. Obras de culto y la lista es muy larga:

“Vértigo”

“Psicosis”

“La ventana indiscreta”

“Con la muerte en los talones”

“Los pájaros”

“La soga”

 

Lo que ocurre, es que todo cineasta con tantas obras maestras en su currículum suele contar también con obras menores. Obras que, incluso siendo excelentes, no alcanzan ese prestigioso y laureado status que sí lograron sus hermanas mayores. “Yo confieso”, por ejemplo, es una de ellas. ¿Significa que “Yo confieso”, por ser menor, también debe ser mediocre?, rotundamente no, de hecho, “Yo confieso” es una gran film y lo más probable es que si la hubiera filmado en pleno siglo XXI estaríamos hablando de una obra maestra. El tema que toca fué levemente censurado, la sociedad de entonces no veía con buenos ojos su relación con Anne Baxter, un cura procesado......Estas espinas influyeron mucho para que Yo confieso triunfara.....Afortunadamente el tiempo todo lo cura, y ahí está, fresca, impecable, con una interpretación digna de estudio. Siempre la tendré en mi mente de cinéfilo como una gran obra maestra y una de mis favoritas. Lo mantengo porque no considero que esas espinas menoscaben, ni un ápice, sus numerosas virtudes, atribuibles a narración, composición de planos, temas recurrentes…y con el sacerdote más atormentado y atractivo que jamás pobló la gran pantalla. Este film es de los pocos en los que Alfred ha hecho de religión y policías. Aunque el tema gira igual que falso culpable, que este gran maestro le gustaba tanto, este tema no es otro que la intriga que él conseguía hacernos temblar del susto, como sucede en Los Pájaros. La elección de Montgomery Clift para el papel le resulto muy difícil pero al final se sintió satisfecho con el resultado, se comenta que la relación de ambos durante el trabajo fue bastante tormentosa. Una de las primeras ordenes que dió Alfred Hitchcock fue teñirle el pelo de rubio como en todas los Films donde imperan sus mujeres rubias, no lo consiguió y yo personalmente veo en esa orden un claro rechazo a la homosexualidad del actor. Alfred Hitchcock declaró ser homófobo.

Una una maravilla cinematográfica que debe ser rescatada para todos los amantes al buen cine.  Educado en un colegio de los Jesuitas, Hitchcock trata con una profundidad plausible temas propios del catolicismo como el respeto al sacramento del matrimonio, el voto de castidad o la culpa, que suelen aparecer frecuentemente en su filmografía. Me excita por muchas razones, porque es breve y va directo desde la primera escena, apenas se pierde en banalidades, como en otros títulos suyos y apenas se va a los noventa minutos (quizás el flashback de la explicación del romance entre el cura y su novia, por ejemplo), me excita porque Montgomery Clift consigue hacerlo todo, me excita porque a mí me ha hecho mantenerme en tensión, es cierto que el final podía entreverse a mitad de película, pero al fin y al cabo es un final apoteósico. Me excita este Hitchcock por más razones, por los aspectos técnicos que un vulgar cinéfilo como yo apenas sabe describir, está bien hecha y eso siempre lo notamos todos. La historia es atractiva, también porque interviene Karl Malden y porque aquí consigue dejar de lado estupideces varias que en otros de sus títulos teóricamente lo hace. A mí este Alfred Hitchcock, y no otro sino éste, sí me pone, me excita, me emociona y me atrapa. Yo confieso aborda un tema en un ámbito religioso, lo que le daría la oportunidad de explicitar en mayor medida sus obsesiones relacionadas con la religión. Hitchcok consigue una película soberbia, que, con su habitual envoltura de thriller de suspense, profundiza, no banaliza, sino hace más atrayente para el gran público, y convirtiendo al protagonista en un moderno Cristo que hace suyos los pecados que ha recibido en el confesionario, estando dispuesto al sacrificio.

Algunos críticos, ven este tipo de cine con prejuicios, pero deberían saber que la sociedad está formada por personas de diferentes hábitos y educación, afortunadamente, e introducirlos en una película lo hace más interesante y real. Si el protagonista no fuera sacerdote, no existiría ningún conflicto, podría defenderse como cualquier persona, no debería guardar ningún secreto de confesión y la película no tendría sentido. Pero esto seguramente es muy difícil de comprender por quien no tiene un grado de educación suficiente o su visión del mundo es muy pobre. No debemos querer ver en las películas una visión política de lo que pensamos, sino escuchar lo que nos cuentan. Las personas que cuando ven cine ven lo que ellas quieren ver y no lo que cuenta la cinta, o quieren amoldar el pensamiento del director al suyo propio, no deberían hacer ninguna crítica, porque no tienen ninguna validez. Por cierto, Clift tenía una educación religiosa que había adquirido de pequeño, seguramente gracias a ello fue capaz de interpretar tan bien papeles como éste, porque si no ¿de qué manera podría comprender la situación del personaje? Montgomery Clift era más que una cara bonita, y si a alguien le da morbo verlo con sotana es que tiene un problema, además de que su visión del séptimo arte es patética....Esto es por algunos profesionales que se hacen llamar críticos de cine.

 Clif sorprende con su contención, se mastica que es actor del ‘método’. Pocos gestos delatan la carcoma interior del personaje, y son los ojos de Monty los encargados de transmitir su sufrimiento. La historia personal de este actor quizás sea una de las más tristes de Hollywood. Considerado uno de los mejores intérpretes de su generación, junto a otros alumnos del 'Actor´s Studio' como Marlon Brando o James Dean, de los que era íntimo amigo, siempre fue un ser indefinido. Alcanzó un enorme éxito hasta que un accidente de coche le desfiguró la cara, sumergiéndole en una espiral de autodestrucción. A esto se le sumaron su condición sexual, lo que acabó repercutiendo en su salud mental y física. El 23 de julio de 1966 fallecía a la edad de 45 años.

 

‘Yo confieso’ también puede interpretarse como una crítica a ciertos dogmas cristianos como la castidad o la culpa. Las convicciones del cura son inamovibles y ni siquiera el hecho de poner su vida en peligro conseguirá que las traicione, lo que hasta cierto punto resulta una actitud poco razonable. Hitchcock sitúa la historia en Quebec, quizás para otorgarle mayor credibilidad, ya que la ciudad canadiense es de mayoría católica. Vista en la actualidad puede resultar inverosímil la actitud del sacerdote; Pero si salvamos ese pequeño obstáculo, nos adentraremos en una intriga apasionante que se reivindica como una de las mejores películas del maestro Alfred Hitchcock. Son muchas las escenas que destacaría, pero sin duda la que sobresale es la del desayuno, cuando la esposa del asesino sirve café a un sacerdote y al padre Logan, para intentar adivinar si va a delatar a su marido o no. También es impresionante como Hitchcock consigue crear intriga, a pesar de que el asesino se descubre nada más empezar el film, pero es que lo realmente importante no es el asesinato, sino la evolución psicológica de un personaje atormentado que vive de la buena fe, del bien y de los buenos actos. Cuando la gente se pierde haciendo sólo comentarios sobre lo absurdo que le parece el secreto de confesión, la religión en sí o, si es creíble que un cura no caiga en la tentación o, si es absurdo que por unas creencias sea capaz de dejar que le acusen de asesinato, está diciendo sólo lo que él o ella opinan sobre la religión y las reglas con las que juegan quienes quieren hacerlo. O en definitiva, hablan sobre en lo que creen y en lo que no y si ya, encima, se va de liberal total, mientras a la vez se mete uno a juzgar las creencias de otro con tono ofensivo, a hacer comentarios radicales y chistes fáciles sobre lo que Monty tenía o no debajo de la sotana y, ninguneando y faltando al respeto, eso es rizar el rizo...... Supongo que, además, esos "valientes" que llenan cientos de líneas tan argumentadas no se atreverían a ser tan mordaces si la peli fuera el mismo tema pero con el imán de una mezquita... Y en resumen... que, poco importa como espectadores leer solo este tipo de cosas que, al fin y al cabo, pertenecen a la vida de cada cual. Sobre todo si es tan absurdo como para cuestionar si el secreto de confesión es "bueno o malo"... ¿Qué más da lo absurdo o no de una idea según para quién si es el motivo de que se hagan películas como esta? ¿A quién le importa lo que a mí o a otros pudiera parecernos el comportamiento caprichoso de Escarlata O´Hara?¿Qué sería de Lo que el viento se llevó sin esa actitud de la protagonista?... El caso es criticar cualquier cosa. Es obvio mi forma de pensar, y me enorgullece ser así, porque yo siempre respetaré que cada uno crea en lo que quiera.

 

 

Yo confieso es brillantísima película, de esas que puedes ver cada cierto tiempo sin pereza. Deslumbrarte de cómo los sentimientos y dudas de un hombre frente a su fe, a la que se aferra y que no quiere traicionar, le colocan en una situación peligrosa. La tensión se masca en cada secuencia. Los nervios se disparan. Los actores se vuelcan. Hitchcock dirige con su habitual ingenio haciendo sufrir y sufrir. El final debió ser otro más contundente con el dramatismo que, reflejara la dureza de la lucha interior del personaje en todas sus dimensiones. No hay nada más alucinante que un ser humano se mantenga firme y defienda sus principios, los suyos.. Que coincidan a veces, no las hace mejores ni peores. Yo confieso, es un drama de intriga basado en el secreto de confesionario. Dirigida con ritmo pausado, valiente y arrojada por tratar un tema muy delicado, al modo propio y subjetivo del director, que realiza una obra impecable, con resultado perspicaz y astuto. Quiero destacar el sobrio y acertado trabajo de planos y movimientos de cámara, por lo que la considero una obra indispensable en la filmografía del director, es intensa y provocadora para el público, manteniendo el suspense hasta el mismo final. Por desgracia el público americano no era mayoritariamente católico, lo que lastró la popularidad del film e incluso la acogida crítica, que no conectaron con la esencia de la trama. Sin embargo este punto de partida le permitió hacer un trabajo en el que profundizar en algunos de sus temas favoritos de forma ejemplar. Narrativamente mucho más compleja de lo que aparenta originalmente, Hitchcock se vale de la posición del plano, de los objetos o los edificios para conseguir lecturas nuevas sobre lo que vemos, enriquecidas y matizadas, a la altura de sus mejores Films.

 

YO CONFIESO es un retrato humano de gran interés, un trabajo extraordinariamente sólido y de una fascinante ejecución...

Simplemente genial.

 

Hitchcock, como Billy Wilder, era frecuentemente acusado de misoginia, y como Wilder, lo negaba tajantemente. Es posible que ninguno de los dos se considerase realmente misógino en su vida personal —eran hombres felizmente casados y, al menos por lo que sabemos, con mujeres de fuerte personalidad— pero como creadores hay algo que tienen en común: en sus películas los principales papeles femeninos muy a menudo se prestan a una interpretación bastante retorcida. Lo cual no significa que esa interpretación sea necesariamente cierta, pero sí que ha llamado suficientemente la atención como para que incluso en épocas pasadas, donde el feminismo no era precisamente una corriente de pensamiento dominante, se hablase bastante de ello. En el caso de Wilder, muchos personajes femeninos eran tratados con un cinismo rayano en el abierto desprecio, si bien es verdad que los personajes masculinos no salían mucho mejor parados. Pero no pocas veces la balanza parecía inclinarse en disfavor de las mujeres o así lo interpretaban los observadores. En el caso de Hitchcock se percibía una mezcla de profunda fascinación con una vena sádica que al parecer también mostraba en la vida real, al menos en lo referente a su retorcido sentido del humor. Si en el cine de Wilder muchas mujeres eran superficiales y volubles, en el de Hitchcock solían ser extremadamente pasivas y vulnerables. Eso sí, estas interpretaciones se hacen sobre el conjunto de toda su obra, porque como en todo hay excepciones o matices y lo cierto es que a menudo se han exagerado ciertos rasgos o se ha pretendido psicoanalizar al director, señalando su obsesión con las mujeres de cabello rubio y con un físico refinado y elegante.  O el que su cine contuviese altas dosis de sexualidad, que no de sexo, transmitidas con maestría; solamente un hombre muy fascinado por el atractivo sexual de la mujer podía conseguir que la bellísima pero habitualmente gélida Grace Kelly tuviese momentos de auténtica sensualidad calenturienta ante la cámara y sin necesidad de hacer nada particularmente provocativo, sensualidad que no resaltaba prácticamente nunca bajo la batuta de otros directores. Según Hitchcock, mujeres como las de sus películas, escondían su sexualidad bajo un velo de sofisticación, y él quería que el espectador descubriese esa sexualidad durante la película y que no la diese por hecho antes como sí sucedía con actrices con fama de ser más carnales. O, dicho en sus propias palabras, «quería mujeres con aspecto de maniquí, auténticas damas, que se convierten en verdaderas putas cuando ya están en la alcoba». Esta explotación de una fantasía masculina bastante básica, conquistar la sexualidad oculta de una mujer aparentemente inaccesible, hizo que muchos quisieran trazar paralelismos entre las películas de Hitchcock y su propia sexualidad, aunque esto, claro está, ya es terreno especulativo.
 

Podría decirse que Hitchcock revolucionó muchos aspectos del séptimo arte, fundamentalmente a través de un vocabulario audiovisual definido. Así que como homenaje a su cine, estas son algunas de las características más llamativas de esa tan personal manera de hacer películas y más concretamente de su manera de hacer suspense, el género que más le gustaba, en el que mejor se desenvolvió y por el que ha pasado a la historia. Muchas de estas características las diseccionó él mismo en numerosas entrevistas, así como en aquella legendaria conversación con François Truffaut que en España se publicó con el título de "El cine según Hitchcock", y que es de imprescindible lectura no solamente para comprender su trabajo sino para deleitarse sobre una lección magistral sobre el séptimo arte. 

 

 

Simplemente genial.

 


Alfred Hitchcock sintió el desprecio de la industria cinematográfica estadounidense, ya que estuvo nominado en cinco ocasiones al Oscar al mejor director por «Rebeca», «Naúfragos», «Recuerda», «La ventana indiscreta» y «Psicosis», pero nunca obtuvo la estatuilla. Hasta el final de su carrera cinematográfica no recibió ningún premio como director. En 1968 en la ceremonia de la Academia, recibió el Irving Thalberg, que premia a personajes significativos en el mundo de la producción cinematográfica. Cuando Hitchcock subió a recogerlo, cabizbajo y serio en todo momento, llegó al micrófono y, aunque algunos esperaban un ingenioso e irónico discurso, el director sólo se limitó a decir:


-"Gracias"-


Alfred Hitchcock no recibió ni un Oscar, ni tan siquiera el honorífico. Aunque él mostraba indiferencia por ello, en privado y en lo más íntimo mostró su amargura. A sus pocos amigos se refería al premio como una «eterna dama de honor, jamás novia». Sin embargo, en público mostró su impasibilidad ante el Oscar cuando decía:


-"¿Para qué quiero otro sujeta puertas?"-


En 1971 recibió un BAFTA como reconocimiento de la Academia Británica de las Artes Cinematográficas y de la Televisión a toda su carrera profesional como director; y en 1972, en honor a su trayectoria profesional, recibió el Premio Cecil B. DeMille en la gala de los Globos de Oro en Hollywood.
 

Simplemente genial.