COMENTARIOS

A

mailto:cineparaiso2@gmail.com

 

 

 

TENNESSE WILLIAMS

Su intimidad, su vida y sus obras inmortales.

 

 

 

 

 

 

 

 

Nació en Columbus, Misisipi, en casa de su abuelo materno, el rector de la Iglesia episcopal local —la casa es hoy el Centro de Bienvenida a Misisipi y oficina de turismo de la ciudad—. Su padre, Cornelius Coffin Williams, un viajante de zapatos, cada vez se hacía más agresivo conforme sus hijos crecían. Su madre, Edwina Williams, descendía de una buena familia sureña. Tuvo dos hermanos, Rose Isabel Williams  y Walter Dakin …En 1918 la familia se trasladó a St. Louis...  Ese mismo año, a Tennessee le fue diagnosticada la difteria. Durante dos años casi no pudo hacer nada; entonces, su madre decidió que no le iba a permitir perder el tiempo. Lo animó a que usara su imaginación y, cuando tenía trece años, le dio una máquina de escribir. Williams ganó el tercer premio por un artículo (“Can a Good Wife Be a Good Sport?”) publicado en 1927, a los dieciséis años. Un año después publicó “The Vengeance of Nitocris". A principios de los años 1930, estudió en la Universidad de Misuri-Columbia, donde fue miembro de la fraternidad "Alpha Tau Omega". Allí fue donde sus compañeros lo apodaron Tennessee, por su rico acento sureño. En 1935, escribió su primera obra interpretada públicamente, Cairo, Shanghai, Bombay!, representada por primera vez en Memphis.

 

 

 

 

 

Williams vivió en el barrio francés de Nueva Orleans, de ahi su enamoramiento por el idioma francés y la veneración que siempre sintió por la ciudad de Paris... Se trasladó allí en 1939 a escribir y vivió primero en el número 722 de la calle Toulouse, donde se sitúa Vieux Carré (hoy una fundación cultural). Escribió Un tranvía llamado deseo (1947) mientras vivía en el número 632 de la calle St. Peter. De Nueva Orleans marchó a Nueva York, donde ejerció diversos trabajos, desde camarero a portero. Cuando los Estados Unidos entraron en guerra, fue declarado no apto debido a su expediente psiquiátrico, su homosexualidad, su alcoholismo y sus problemas cardíacos y nerviosos. En 1943 fue a Hollywood, contratado por la Metro Goldwyn Mayer, para hacer la adaptación cinematográfica de una novela de éxito. Con El zoo de cristal puso en escena a su madre y a su hermana; se estrenó en Nueva York en 1945. Su éxito lo convirtió, a los 34 años, en una celebridad.

 

 

Tennessee se sentía muy próximo a su hermana, Rose, que quizá fue quien más influyó en él. Era una belleza delgada que pasó la mayor parte de su vida adulta en hospitales mentales. Sus padres autorizaron una lobotomía prefrontal en un intento de tratarla. La operación, llevada a cabo en 1943 en Washington, D. C., fue mal, y Rose quedó incapacitada para el resto de su vida. La fracasada lobotomía de Rose fue un duro golpe para Williams, quien nunca perdonó a sus padres por permitir semejante operación. Pudo haber sido uno de los factores que lo llevaron al alcoholismo. La obra The Parade or Approaching the End of Summer, escrita cuando tenía 29 años y sobre la que siguió trabajando a lo largo de su vida, es un retrato autobiográfico de un temprano romance en Provincetown. Esta obra ha comenzado a representarse solo recientemente, estrenada el 1 de octubre de 2006 en Provincetown, Massachusetts, por la compañía Shakespeare on the Cape como parte del Primer Festival Anual Tennessee Williams.

 

 

El 25 de febrero de 1983, fue encontrado muerto en su suite del Hotel Elysée en Nueva York a los 71 años. El informe del médico forense indicó que murió atragantado con el tapón de un envase de gotas para los ojos que utilizaba con frecuencia, el cual debió intentar abrir con los dientes. Un informe forense modificado indicó que el uso de fármacos y alcohol pudo haber contribuido a su muerte por la supresión de su reflejo nauseoso. Se encontraron medicamentos recetados, incluyendo barbitúricos, en la habitación. Fue enterrado en el Cementerio Calvary de San Luis, Misuri, a pesar de su deseo de ser enterrado junto al mar, aproximadamente en el mismo lugar que el poeta Hart Crane, a quien consideraba una de sus influencias más significativas. Legó los derechos literarios de sus obras a Sewanee, La Universidad del Sur, en honor a su abuelo, Walter Dakin, un alumno de la universidad ubicada en Sewanee... Los fondos hoy sostienen un programa de escritura creativa. En 1989 fue incluido en el Paseo de la Fama de St. Louis. Toda la gente cruel se describe a sí misma como el parangón de la franqueza

 

 

 

 

 

SU VIDA ÍNTIMA.

 

El entusiasmo es una de las cosas más importantes en la vida.... La humanidad es simplemente un trabajo en progreso.... La bohemia no tiene pancartas.... Si la escritura es honesta no puede ir separada del hombre que la escribió.

 

En 1940 inició una relación con Kip Kiernan, un bailarín que conoció en Provincetown, Massachusetts. En 1945, conoció en Nuevo México a Pancho Rodríguez y González, empleado de hotel. En 1946 comenzaron a vivir juntos en su apartamento de Nueva Orleans. A finales de 1947, terminó la relación. Williams pasó la primavera y el verano de 1948 en Roma en compañía de un adolescente italiano, llamado Rafaello, al que dio asistencia financiera durante varios años después. Williams se basó en esta experiencia para su The Roman Spring of Mrs. Stone. Después se enamoró de Frank Merlo, actor de ascendencia siciliana, con el que mantuvo la relación más duradera de su vida. Duró catorce años hasta que las infidelidades y el abuso de drogas de ambos lados la acabaron. Merlo, fue su secretario personal haciéndose cargo de su vida doméstica. Poco después de su ruptura, a Merlo le diagnosticaron un cáncer de pulmón inoperable. Williams regresó con él y lo cuidó hasta su muerte en 1963. Durante la década de 1970, mantuvo una larga relación con Robert Carroll, veterano de Vietnam y aspirante a escritor.

 

 

 

 

 

 Tennessee y Frank Merlo:

 

Conocí a Tennessee en Tánger en la primavera de 1973. Yo era un jovencito y él una gloria que huía. Otros hubieran dicho una gloria caída, pues hacía años que la crítica se ensañaba con sus obras más recientes. Estábamos en el bar del Hotel El Minzah, con el amigo español tangerino que me lo presentó –y que conocía a Williams desde los finales años 40- y con el chico moro, de grandes ojos negros, que acompañaba al norteamericano. Tennessee, casi compulsivamente, fumaba rubio mentolado y bebía vino blanco. En ese momento tenía 62 años que podía aparentar o no, dependía del momento de la mirada. Si hallabas al Tennessee sosegado y a ratos hilarante parecía más joven. Si pillabas el momento sombrío, como súbitamente apesadumbrado, entonces las arrugas de su faz, sobre todo en torno a los ojos, resultaban en exceso marcadas y avejentadotas. Era un hombre simpático que parecía cambiar de estados de ánimo con preocupante facilidad. Más tarde leí algo que él había escrito al conocer a William Faulkner, y naturalmente me recordó a si mismo: “Aquellos ojos terribles y enloquecidos me conmovieron hasta las lágrimas”. No es que yo llorase, sino que sentí algo parecido a la piedad unitiva ante aquel hombre que –esa sensación daba- buscaba a ciegas, buscaba no sabiendo…Yo sabía que la vida sentimental de Williams estaba marcada por el desequilibrio y por el miedo a heredar la enfermedad mental de su madre y de su hermana Rose, que pasó casi toda su vida internada en un psiquiátrico. Naturalmente su homosexualidad (que fue siempre un secreto a voces) no podía ayudar a la deseada estabilidad, porque es muy difícil que te pidan ser equilibrado y a la vez te prohíban, te repriman y te coaccionen. Tennessee sólo salió oficialmente del armario cuando en 1975 publicó sus “Memorias”, que si parece un libro escrito para salir del paso (como están hechas igualmente para salir del paso las memorias de su amigo Paul Bowles, “Without stopping”) suministran muchos y jugosos datos sobre su autor. Entre ellos –alcohol, barbitúricos- esa homosexualidad vivida, paradójicamente, entre lo clandestino y lo exhibicionista. Cuenta, por ejemplo, como ligaba compulsivamente en bares más o menos gays y aún en sitios de riesgo (lugares, digamos, que las recientes guías gays califican como AYOR, iniciales inglesas de la expresión “a su propio riesgo” o por su cuenta y riesgo), como tampoco le importaba pagar, y que uno de sus lugares favoritos de ligue habían sido las calles –o ciertas calles- de Nueva York, a finales de los años 40. En esas salidas nocturnas con marineros, mariquitas o soldados de permiso, le había acompañado muchas noches su amigo Truman Capote. A esas salidas en busca de ligues y aventura –que ocurrieron también en Nueva Orleáns- les apodaban “la quête lyrique”, algo así como la peregrinación lírica.

 



No puede decirse que de tales correrías suelan surgir amores y menos “el amor”, pero es el caso que Tennessee Williams conoció a Franck Merlo en agosto de 1948 en las calles de Nueva York, y que lo que podría haber sido un ligue ocasional (uno de tantos, en una vida muy promiscua) se convirtió enseguida en un amor para siempre. Williams tenía en ese momento 37 años y era, nada menos, que el reconocido y exitoso autor de “Un tranvía llamado Deseo” que se había estrenado el año anterior. Por su parte, Merlo, era un chico moreno y muy atractivo, hijo de emigrantes, de 20 años, y que aún no sabía muy bien que hacer con su vida. Pero el flechazo o la seducción fueron muy deprisa, pues en octubre de ese mismo año ya compartieron el éxito de la nueva pieza de Tennessee, “Verano y humo”. Un mes más tarde se embarcaron hacia Europa, en un viaje que casi daría la vuelta al mundo, y que duró cerca de un año. Francky –como le llamaban los amigos- ya tenía una ocupación: ser el amante, secretario, enfermero y cuidador de Williams. Y el chico lo hizo, y casi contra todos los pronósticos fue fiel. Franck Merlo supuso la mayor estabilidad y equilibrio en la vida de Tennessee. Y parece que el momento más venturoso llegó a principios de 1951, cuando se estrena “La rosa tatuada”, una obra que exalta la fidelidad y que está dedicada a Franck Merlo.
Antes de 1975 la homosexualidad de Tennessee había aparecido en cuentos y poemas  y en muchos personajes de teatro femeninos – como Blanche Dubois en “Un tranvía llamado Deseo”- que aunque mujeres, sólo pueden comprenderse bien en tanto construcciones de una idea o de un arquetipo homoerótico. También la homosexualidad, más explícitamente, está en el trasfondo visible de dramas tan magníficos como “La gata sobre el tejado de zinc” o “De repente, el último verano”, quizás una de las obras más profundas y decadentes –en el mejor sentido de la palabra- del dramaturgo. Franck permaneció esencialmente fiel. Pero no así Tennessee Williams (una vida terriblemente estresada, barbitúricos, alcohol, psiquiatras) que, mediando los años 50, ya había vuelto a las andadas. Franck lo tuvo entonces claro, el amor se convertía en amistad. Pero, pese a todo, el amor subsistió. Aunque acompañado muy pronto por la tragedia, pues Merlo murió en un hospital de Nueva York en septiembre de 1963, con 35 años

 

 

 

 

 

 

 

.Durante veinticuatro años, diecinueve obras de Tennessee se representaron en Broadway. También en otros países. En Francia, Jean Cocteau adaptó Un tranvía llamado Deseo, y Françoise Sagan, Dulce pájaro de juventud. Todo su teatro, donde se ve la influencia de Faulkner y de D. H. Lawrence, está atravesado por los inadaptados, los marginados, los perdedores, los desamparados, por los cuales muestra todo su interés, como explica en sus Memorias. A través de todos sus personajes, en una mezcla de realismo y sueño, dentro del desastre o la fantasía, analiza la soledad, que fue la constante en su vida.

 

 

 

 

 

 

Elia Kazan dirigió en 1951 la segunda adaptación al cine, dirigida por Irving Rapper y con las actuaciones de Gertrude Lawrence, Arthur Kennedy, Jane Wyman y Kirk Douglas) y Un tranvía llamado Deseo, interpretada por Marlon Brando y Vivien Leigh, pero la primera que se cuenta entre las mejores jamás rodadas sobre un texto del dramaturgo; Daniel Mann llevó al cine La rosa tatuada en 1955, con Anna Magnani, en un papel escrito expresamente para ella y que le dio varios premios de interpretación —Oscar incluido— y Burt Lancaster; sin embargo, con ella Magnani, al negarse a hacerla en los escenarios de Broadway, posibilitó la consagración de Maureen Stapleton. Richard Brooks llevó a cabo con la adaptación de La gata sobre el tejado de zinc en 1958, con Elizabeth Taylor y Paul Newman como protagonistas, una de las películas de referencia obligada si hablamos de las obras del genial Tennessee en la pantalla; y el mismo Brooks dirigió en 1962 la adaptación de Dulce pájaro de juventud, repitiendo a Newman y con la excepcional Geraldine Page, recreando esos ambientes entre sórdidos y claustrofóbicos que caracterizan las obras del sureño, aunque más suavizada con respecto al original que adaptaciones anteriores debido a la censura en los Estados Unidos, que ese mismo año se cebaba con Lolita  o Confidencias de mujer. Joseph L. Mankiewicz estrenó en 1959 De repente el último verano, con un reparto estelar, como sucede en muchas películas: Elizabeth Taylor, Katharine Hepburn y Montgomery Clift. Se convirtió casi desde entonces en una de las mejores traslaciones —si no la mejor— de su obra a la gran pantalla. En 1961, Vivien Leigh repitió con un personaje de Tennessee Williams en la adaptación de la novela La primavera romana de la Sra. Stone, dirigida por José Quintero y acompañada por un juvenil Warren Beatty como el gigoló romano Paolo di Leo. Quizá no suficientemente valorada en su momento, pese a que gozó de gran popularidad, es una película a tener en cuenta. Cabe mencionar también la espléndida y oscura versión que dirigió John Huston en 1964 de La noche de la iguana, con Richard Burton, Ava Gardner, Deborah Kerr y Sue Lyon, cuya acción transcurre en México, y que en su día constituyó un fracaso en taquilla, pero hoy emerge como un auténtico clásico moderno. Otros títulos, no tan recordados pero que merecen una revisión, son: Verano y humo, de Peter Glenville, con una de las grandes interpretaciones de Geraldine Page junto a la ya citada Dulce pájaro de juventud, y Propiedad condenada, de Sydney Pollack, con Robert Redford y Natalie Wood.

 

 

 

En los años que siguieron a la muerte de Merlo se asiste a un lento declinar de la inspiración, testimoniada en el retorno a la forma breve del acto único y de las frecuentes recreaciones.

 

 También los dramas originales son sometidos a una serie de revisiones con las que intenta frenar los problemas que tuvieron en su día con la censura.

 

 

 El dramaturgo figura en la historia del cine como un precursor de mostrar el alma humana, con sus luces y sobras, en las que se bañaba Tennesse.

 

 

 

mailto:cinemania55@gmail.com